lunes, 2 de diciembre de 2013

¿Quién puede traducir cómics?



La respuesta simple a esta pregunta es: cualquiera.

En el mismo sentido, sin considerar más factores, cualquiera puede construir una casa, o al menos intentarlo. Es cosa de juntar cemento y varillas y sin duda algún resultado habrá. También cualquiera puede intentar diagnosticar padecimientos y prescribir medicamentos, tenga o no una licencia para ello. Sin embargo, casi nadie contrata a alguien para estas tareas sobre la base de "me dijo que podía hacerlo". Por lo general, buscamos a alguien que pueda demostrar sus conocimientos y experiencia en albañilería y medicina. Si bien los conocimientos y habilidades que poseen están al alcance de cualquiera, no todos dedican el tiempo necesario para dominarlas.


Ciertamente, hay casos de gente talentosa que logra dominar una habilidad sin entrenamiento formal, y de forma autodidacta y empírica se vuelve un experto competente. Sin embargo, estos casos son la excepción. La mayoría construimos nuestro conocimiento basándonos en el de otros expertos que nos lo legaron.

La traducción, al igual que otros campos de conocimiento, es una disciplina especializada que ha construido su bagaje a través de innumerables contribuciones de practicantes, investigadores, académicos, foros, congresos, artículos, libros, clases, debates y demás fuentes.

¿Por qué razón, entonces, se encarga trabajo de traducción a gente que no tiene formación de traductor?

Pienso que la principal razón es la materia prima con la que trabajamos. A diferencia del cemento o de los medicamentos, el lenguaje es de dominio público, en el sentido más literal de la expresión. Todos los hablantes nativos somos expertos en español, y lo usamos con éxito a diario para comunicarnos y operar en el mundo.

Corrijamos un mito: no es más experto, ni domina un mejor español el abogado o el poeta que el luchador o el niño de secundaria. Aquéllos han dominado conocimientos para esos campos específicos, y con ello el léxico, frases y otros recursos lingüísticos pertinentes para ejercerlos, mientras éstos a su vez manejan con soltura las expresiones que necesitan para su cotidianeidad.

En este mismo orden de ideas, un traductor es el profesional que adquiere herramientas teóricas y lingüísticas para traspasar textos (en el sentido amplio de “lo que puede leerse”, incluyendo el habla) de una lengua a otra. Entre las muchas formas en que un texto funciona, la transmisión de contenido o significado es sólo una de ellas. Es necesario que el traductor sepa realizar esta operación, pero definitivamente ésta, por sí sola, no basta.

Al igual que la medicina y otros campos, la traducción es lo bastante amplia para contener muchas áreas de especialización: el subtitulaje, el doblaje, la interpretación simultánea, la localización de software, etcétera. Incluso dentro de la traducción propiamente dicha (la de texto a texto), es posible especializarse aún más, ya sea en traducción jurídica, médica, científica, técnica, empresarial y, mi área de formación particular, la traducción literaria.

Dentro de ésta, son muy diferentes los conocimientos y estrategias que se requieren para traducir poesía que para narrativa. Y me consta, y lo he argumentado públicamente, que la traducción de cómics tiene también su carga muy particular de exigencias y retos, y el profesional que se dedique a ello debe tener mucha curiosidad e interés en hallarle soluciones, porque el conocimiento específico de cómo traducir cómics aún no está elaborado y disponible para consulta, sino que tenemos que crearlo.

Regresando a la pregunta
La pregunta que abre el texto es tramposa y está mal planteada. Propongo que la forma correcta de preguntar al respecto sea:

¿Quién puede traducir [nombre de texto, género o modo] de [lengua A, origen] a [lengua B, meta], con la finalidad de que lo lea [público designado o deseable] mediante [mecanismos de lectura, distribución y accesibilidad]?

Es cierto que los proyectos de traducción no siempre tienen todos estos factores claramente definidos desde el inicio, pero siempre se pueden volver a plantear las preguntas pertinentes, sobre todo cuando se trata de publicaciones periódicas y continuas, como los cómics.

Toda esta argumentación sirve de preámbulo y contexto para una pregunta que me han planteado con anterioridad: ¿Qué características debe tener el traductor de cómics?

Responderla será el núcleo de otro texto.

3 comentarios:

  1. Coincido en que la pericia depende del campo de especialidad y que cualquiera que le dedique el tiempo suficiente a una disciplina puede llegar a ser sobresaliente en lo que hace. Pero también recordemos que fuera de todo marco teórico nos encontramos que muchas veces la gente que traduce comics, que hace subtitulaje y otras cosas derivadas de la traducción, como disciplina, llegan a estar ahí por conocidos, por amigos o por otra serie de cuestiones que los ponen en un lugar que les queda muy grande.

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  2. pues falta mucho, pero me parece que en los últimos años, con la globalización, la importancia del traductor como un profesional y de la especialización del mismo han empezado a adquirir importancia en el conocimiento colectivo. Cada vez más medios de comunicación, editoriales y hasta empresas de electrodomésticos están al tanto de la necesidad de traducir con habilidad y con ética. En el caso de la literatura (como el cómic) también vale la pena decir que no hay una sola traducción correcta (aunque si muchas incorrectas) =)

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  3. Excelente blog, ojalá se pueda subir más publicaciones por aquí. Y tienes razón en lo que escribes, pero cabe resaltar que las personas encargadas de traducir es obvio que tienen algún título, y es por eso que muchos entran, aunque realmente no tengan el conocimiento suficiente, pues hay ingenieros químicos que no saben ni madre de química, pasaron por copietas o sobornos, aplica lo mismo aquí en la traducción, por ser "compadres" están ahí, aunque no sepan ni madres.

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